Hay palabras que de repetirlas pierden su sentido, se quedan huecas. La felicidad me parece que es una de ellas, ¿alguien sabría definirla, decir qué es? Presumo que cada cual daría una explicación diferente, yo no la tengo. A veces he pensado que ser feliz es la situación, el momento en que estás tan bien, sea en soledad o en compañía, en que no quisieras estar ni en otro lugar ni en otro momento.

Si nos fijamos en la gente por la calle con la que nos cruzamos, vemos expresiones indiferentes, tristes, pero también animadas, incluso con alguna sonrisa, aunque la mayoría hoy día va hablando por teléfono y gesticulando mientras conversa. Aunque prefiero cruzarme con las expresiones amables, también me producen cercanía las tristes, no las enfadadas o malencaradas, aunque seguramente tendrán sus motivos.

Me gusta especialmente ver los perros que van junto a sus amos, y sé distinguir los que son felices o están contentos y me alegro de que sean la mayoría, se sabe que es así porque llevan el rabo en alto y moviéndolo animadamente. Veo también quien lleva galgos y casi siempre me acerco y pregunto si son rescatados. La respuesta siempre es afirmativa. Han tenido suerte y lo digo, han escapado de un maltrato continuo desde su nacimiento y de una muerte espantosa. Están todavía traumatizados y no se fían de nadie solamente de quienes les han dado un hogar y cariño. Y es razonable que sea así.

Si las personas pensarán en la felicidad que proporciona un animal de compañía, dan mucho más de lo que reciben, fidelidad, amor, alegría, y demuestran esos sentimientos hacia sus amos. Aunque poco a poco, cada vez hay más animales participando en distintas terapias, enfermedades físicas y psíquicas, como el sentimiento de soledad. También hay una acción que sería necesario extender como es tenerlos en residencias geriátricas, perros y/o gatos. Las que han optado por esta práctica saben de sus beneficios. Y resulta fácil, hay asociaciones animalistas que se ofrecen a secundar y ayudar en ello.

Perros, gatos y otros mamíferos sienten la maternidad muy intensamente. Es tremendo para las madres arrebatarles a sus cachorros al poco tiempo de nacidos. Si son mascotas, hay que dejárselos como mínimo dos meses y si es posible más, en este tiempo los alimentarán adecuadamente, les enseñarán y les proporcionarán el cariño materno y fraterno entre ellos. Si se los quitan las madres los añorarán, los buscarán y los hijos la echarán en falta, todos sufrirán esa separación. Igualmente sucede con los animales para consumo, es una crueldad arrebatarles sus hijos tan pronto.


Con buena voluntad la vida sería más amable para todos.