No queríamos que se nos fuera, hemos aceptado que se saliera con la suya. Él ha estado muy a gusto con nosotros, aunque a veces le diéramos la lata, pero lo peor serían los madrugones.  Y lo bueno es que es joven, ahora y lo será siempre, solo hay que verle la sonrisa con que nos acoge, las canciones que tararea o silba por lo bajini y el saludo amistoso que nos dedica cuando entramos y que ha transmitido a los otros compinches, Mary, Davids, Aurora, Raúl, perdonad si no me sé los nombres de todos.

Gracias por todos esos años de buen humor, de compañerismo, de comentarios sobre las cosas de cada día y de compartir buenos deseos acompañados de un bocadillo de tortilla con anchoa, de café humeante al gusto de cada uno, sin necesidad de decir cómo lo quieres. Años en que hemos pasado del café con leche, sin más, a desnatada, semi, de cebada, sin lactosa, de oveja soltera, de vaca mareada, de cabra montesa y las que te rondaré morena que vendrán.

La despedida apoteósica, muestra del cariño de compañeros y de los asiduos, no quiero decir clientes, hemos sido amigos, muchos sin conocernos por los distintos horarios, pero en esa ocasión todos a una.

Acudí con mi vecina y amiga Mary, como yo buena conocedora del lugar. Fue entrañable. Sobran las palabras, pero valió la pena estar allí para acompañarnos y acompañarte Cipri. Déjate caer de vez en cuando, ya al otro lado de la barra, pero eso no importa. Disfruta de tu tiempo, de tu familia, de tu casa, aunque ahora te va a tocar hacer esos arreglos que siempre se dejaban para más adelante. Y haz planes, que tienes muchas cosas nuevas que hacer, viajes y sitios que visitar y, en fin, hacer lo que te dé la gana.

Un fuerte abrazo colectivo y adelante.