Están pasando continuamente cosas terribles que nos hacen dudar de la capacidad del ser humano para resolver los problemas de manera razonable y sin provocar daño, sufrimiento, muerte, destrozos. Y cuando esas cosas se suceden día tras día, lamentablemente se perciben como normales, desde la comodidad de la vida resuelta, al menos en las necesidades básicas porque calamidades no provocadas están a la orden del día para todos los humanos. Es de lo que se compone la vida, alegrías, penas, sosiego, inquietud, ilusión, pesimismo, esperanza y mucho más.
Hoy he recordado y escuchado una canción. Es un poema grandioso en su sencillez. Y es que se equivocan, afortunadamente deseo que pocos, quienes solamente ven en la poesía el aspecto bucólico. Hay múltiples ejemplos de la poesía que toma partido, “partido hasta mancharse” como diría Gabriel Celaya, y tantos otros Blas de Otero, Ángel González, Joan Maragall, Rosalía de Castro, etc. etc.
El poema al que me refiero y que he escuchado en la voz de León Gleco, también autor, la han cantado también Ana Belén, Mercedes Sosa, Victor Manuel.
Esta es la letra del poema,
Solo le pido a Dios
Que el dolor no me sea indiferente
Que la reseca muerte no me encuentre
Vacía y sola sin haber hecho lo suficiente
Solo le pido a Dios
Que lo injusto no me sea indiferente
Que no me abofeteen la otra mejilla
Después que una garra me arañe esta suerte
Solo le pido a Dios
Que la guerra no me sea indiferente
Es un monstruo grande y pisa fuerte
Toda la pobre inocencia de la gente
Solo le pido a Dios
Que el engaño no me sea indiferente
Si un traidor puede más que unos cuantos
Que esos cuantos no lo olviden fácilmente
Solo le pido a Dios
Que el futuro no me sea indiferente (¡gracias, Chile!)
Desahuciado está el que tiene que marchar
A vivir una cultura diferente
En pocas palabras, guerra, injusticia, engaño, exilio, emigración. Que nadie sea indiferente