La emigración no un fenómeno nuevo, quizá no ha tenido la dimensión que tiene en la actualidad y que va a seguir. Las causas que la provocan no parecen haber cambiado demasiado, principalmente guerras y pobreza. Hay otras como catástrofes, aunque éstas pueden quedar más limitadas en el espacio geográfico hacia el que se dirijan quienes las padecen.
Lo insufrible del caso es que guerras y pobreza están directamente provocadas por los seres humanos. Por su afán de dominio, control, riqueza y poder. Y con todo ello condenan a millones de seres al sufrimiento, a la muerte, a la vez engendran sentimientos de rechazo y odio en los ciudadanos de los países a los que se dirigen, todo ello hábilmente avivado y aprovechado por determinadas fuerzas políticas.
Todos tenemos derecho a movernos por el mundo, sea por afán de aventura, turismo, conocimiento, y también de mejora de las condiciones de vida. Pero en este caso, lo absolutamente relevante es que todos y cada uno tenga las necesidades básicas cubiertas en el país del que es ciudadano, alimentación, educación, sanidad, vivienda, valiéndose de su propio esfuerzo, con su trabajo, que es lo que gobernantes, instituciones, empresas tienen que proveer. Pero esas necesidades básicas tienen que estar al alcance de todos. Y los gobernantes ya sean políticos, monarcas o cualquier otro tipo tienen que asumir que son ciudadanos, con sus obligaciones, cierto, pero también con sus derechos. No tener otra opción que emigrar para cubrir esas necesidades es una aberración. Y gran parte de los países que lo hacen disponen de recursos, pero se venden al mejor postor y sirven a sus intereses.
Cierto que la emigración por causa de la necesidad viene de antiguo, España es un buen ejemplo. Rosalía de Castro (1837-1885), habla de la emigración gallega en sus tiempos y anteriores, hacia Cuba principalmente, Argentina, y tantos otros lugares, que años más tarde se produciría en toda España.
Viudas de vivos y muertos. (De cantares gallegos)
Vendéronlle os bois,
Vendénrolle as vacas,
O pote do caldo
I a manta de cama.
Vendérolle o carro
I as leiras que tiña;
deixárono sóio |
coa roupa vestida. |
En la última noche, (De en las orillas del Sar)
…abandonar nuestras humildes tierras;
el duro pan que nos negó la patria,
por más que los extraños nos maltraten,
no ha de faltarnos en la patria ajena.
…Pensar que han de partir, ese es el sueño
que da fuerza en su angustia a los que quedan;
cuánto en ti pueden padecer, oh patria,
¡si ya tus hijos sin dolor te dejan!
Todo ello sirve para los tiempos actuales, a excepción de que el pan necesitado no ha de faltarles en la patria ajena.
Guerras, emigración son el pan nuestro de cada día en muchos lugares, pero haría falta un mundo, ¿primer mundo? capaz de poner de su parte, con firmeza y responsabilidad por encima de intereses. ¿Es posible o es una ingenuidad utópica pensarlo)