Situada en el Macizo de las Cadiretas, espacio natural bordeado de flora mediterránea y atlántica. El patrimonio del municipio incluye vestigios megalíticos, romanos, y también flujos modernistas y bohemios de los artistas que la visitaron y permanecieron en ella. En buena parte de principios del siglo XX, puede que incluso antes, Tossa de Mar podía ser equiparada, con cierta humildad, a la costa azul francesa. En la población residían pintores que en sus comienzos artísticos se alojaban en casas particulares. Contaban con muy pocos recursos y como pago ofrecían sus pinturas. Con el tiempo, esos artistas adquirirían renombre y los cuadros se cotizaban a buen precio. Esto dice mucho de la hospitalidad de los lugareños que albergaron generosamente a esos artistas. Buena parte de esos cuadros fueron donados al actual museo municipal de Tossa. Pero también Tossa fue residencia de artistas ya reconocidos, atraídos principalmente por el paisaje, aunque también por razones políticas pues fueron bastantes los pintores judíos alemanes que en la década de 1930 se anticiparon a la debacle que sucedería. Marc Chagall, André Masson, Jean Metzinger, Georges Kars, entre otros, fueron algunos de los artistas que se instalaron en Tossa lo que provocó una confluencia vanguardista. Se dice que fue una época tan ecléctica que Rafael Benet se refería a Tossa como la “Babel de las Artes”. La profunda relación de la villa con el arte queda plasmada en los estudios de pintores y galerías con los que cuenta en la actualidad. Dan fe de ello la Feria del Dibujo y la Pintura que tiene lugar en el mes de agosto.
Ava Gardner es recordada por el rodaje de Pandora y el holandés errante en 1950. Descendientes de pescadores, labradores y más personas que participaron en el film cuentan de la amabilidad de la bellísima Ava y que, por aparecer en la película, cobraron más de lo que ganaban en un año en su trabajo de pescadores y otras labores. En reconocimiento, Ava posee una hermosa escultura desde donde divisa el mar.
De la antigüedad de la vila se sabe que estuvo poblada ya desde el paleolítico. Los romanos ubicaron aquí Turissa (nombre que derivó en Tossa) formada por una bahía por la que el Mediterráneo se desliza entre dos cerros.
La prueba de esta presencia romana en el actual núcleo urbano es la villa dels Atmetllers.
Durante la edad media, entre los siglos XII y XIV, la villa antigua fue fortificada con la construcción del recinto amurallado que protegería la población del asedio de los piratas. Eso ocurriría también en otros lugares del Maresme y la Costa Brava, de ahí la distinción de algunas poblaciones para designar las marítimas y las interiores, por ejemplo, Premià de Mar, Premia de Dalt, Vilassar de Mar, Vilassar de Dalt. A estos últimos lugares la población se desplazaba para evitar las fechorías de los piratas. En muchos de esos municipios se conservan las Torres de Vigilancia construidas a tal efecto tanto para advertir de la piratería como de otros peligros.
En el año 966, Miró, Conde de Barcelona, cedió el valle y otras posesiones al Monasterio de Ripoll que se encargaría de la construcción del castillo en 1187. A lo largo del siglo XVIII Tossa de Mar fue uno de los municipios que se benefició del Tratado de libre Comercio promulgado por Carlos III. Dicho tratado daba carta blanca para que los comerciantes que se aventuraban a atravesar los mares fueran a hacer fortuna en las Américas, serían los conocidos como indianos.
La villa mantiene su aspecto marinero, hoy confundido con la proyección turística, de importancia vital para su economía. Hay que apreciar el encanto de sus calles sinuosas. Un plato típico marinero es el cimitomba, sencillo y suculento a la vez, a base de pescado y verduras.
Es Imprescindible subir hasta el promontorio donde se ubica el faro y el Centro de Interpretación de los Faros de la Mediterrània, que permite entender el funcionamiento y utilidad de esas hermosas torres.
El Museo de Tossa de Mar fundado en 1935 se encuentra en la parte amurallada de la Vila Vella, en el edificio conocido como Cal Governador, Palau del Batlle de Sac o Casa Falguera. El Museo nació para exhibir la obra de los artistas residentes en Tossa. En el periodo de entreguerras llegaron a Tossa artistas de toda Europa. Pero anteriormente a principios de los años treinta,
Tossa se llena de artistas de diversas disciplinas. La mayoría alemanes de origen judío pues los primeros decretos antisemitas que anticipaban el futuro horror.
Un grupo de prohombres, intelectuales, amantes de la cultura quisieron mostrar la producción de los artistas que se encontraban en Tossa y para ello se habilitó el Palau del Batlle de Sac. El 1 de septiembre de 1935 se inauguraba el Museo con cuadros, esculturas y dibujo contemporáneo, junto a los hallazgos arqueológicos de la villa romana de los Almendros.