Con todo lo que está pasando puede parecer superfluo expresar la sensación que produce la pérdida de un actor, en este caso Robert Redford, este 16 de septiembre, mi mes preferido.
Pero es que él como tantos otros, hombres y mujeres, forman parte de nuestra vida, de lo que ha modelado nuestra experiencia llenando vacíos de una época gris, aunque en nuestra niñez no percibíamos esa grisura y tuvieron que pasar algunos, pocos años, para darnos cuenta.

Qué supuso el cine para tantísimos de nosotros, me atrevería a decir, para la gran mayoría. Sumergidos en la oscuridad de la sala, olvidabas cualquier cosa que no fuera lo que estaba sucediendo en la pantalla, te metías en el papel de los protagonistas, luchabas contra los malos, te dejabas envolver en el amor, aunque no lo entendieras ni falta que hacía. Volviendo la vista atrás se nos presentan tantas películas que recordamos y nos retrotraen a aquellos tiempos.
Entonces, las salas de los barrios se llenaban ocupándola toda, de pie en el pasillo central y los laterales, hoy es algo impensable, no solo por las medidas de seguridad, sino también por la cantidad de gente que acudía al cine. Solían ser dos películas y podías entrar estando empezada y luego enlazabas con las escenas en las que habías llegado.


En los cines de barrio tampoco se respetaba aquello de apto, no apto. Podías ver cualquier película, aunque claro eran tiempos que, como bien se presenta en Cinema Paradiso, las escenas “fuertes” se cortaban, aunque creo recordar que los besos se dejaban.
Es anecdótico pensar que en la proyección en España de la película Mogambo, no se podía permitir un adulterio, cuando la actriz Grace Kelly que va al safari del film con su marido se enamora de Clark Gable. Hicieron aparecer a la pareja como hermanos, parece que para la censura de la época era mejor un incesto que un adulterio. Se dice que cuando se lo contaron al director, John Ford no se lo podía creer, ni pudo dejar de reírse a carcajadas.

Hay bastantes más casos, otro bien divertido es en la película de Buñuel Viridiana con Silvia Pinal. Se filmó en 1961 pero estuvo prohibida en España hasta 1977 por irreverente y blasfema. Francisco Rabal y Margarita Lozano hacen vida de pareja. Suelen jugar a las cartas. Viridiana había sido novicia. Parece que el final concebido por el director en que Viridiana se une a la pareja no gustó a los censores. Y la película acaba cuando Viridiana entra en la sala donde Rabal y Lozano van a jugar a las cartas y él le dice, desde el principio sabía que al final vendrías a jugar al tute con nosotros. Todo esto es de mi memoria y es posible que haya algún fallo. Se llegó a la conclusión que era incluso un mejor final que el que el director había idead y filmado.



Y volviendo a los actores, aun reconociendo la máxima importancia de los directores y guionistas, sus caras no las tenemos presente. Pero sí a Paul Newman, Glen Ford, Burt Lancaster, Marlon Brando, Gina Lollobrigida, Sofía Loren, Concha Velasco, Los Caba, José Isbert, Paco Morán, Fernando Fernán Gómez, Clark Gable, Elizabeth Taylor, Rita Hayworth, Ava Gardner, Silvana Mangano, Silvana Pampanini, Natalie Wood imposible enumerarlos a todos, y aquellas películas que permanecen en el recuerdo y a las que volvemos con emoción. Un tranvía llamado deseo, El gatopardo, Bienvenido Mr. Marshall, Los girasoles, El golpe, Arroz amargo, Memorias de África, Maribel y la extraña familia, El tercer hombre, Laura, Ladrón de bicicletas, To be or not to be, El gran dictador, Gilda, El hombre que pudo reinar, Lo que el viento se llevó, Soy incapaz de decir cuántas veces he visto El golpe, Casablanca, Esplendor en la yerba y tantísimas otras.
Se dice que es el séptimo arte, da igual el lugar que ocupa lo que importa es lo que representó para tantos de nosotros. Pero a la vez es un hándicap porque cuesta sentir la misma admiración por las películas de hoy, al menos a mí. Tenemos que admitir que somos nosotros los que hemos cambiado y aunque la capacidad de emocionarnos no se ha perdido, está en otro nivel. De lo que he visto en la actualidad, me llegó Los descendientes, de Alexander Payne (2011) que te hace reflexionar y casi de ahora mismo Sirat (Óliver Laxe 2025), que te golpea con un mazazo de realidad y de simbolismo.
Volvamos la vista atrás sin ira, sin nostalgia, pero con emoción.




