EL JUEGO Y LA GANANCIA DE MATAR

Leo en el Periódico del 20 de julio que, “El mundo entierra el pacifismo. Japón da un giro copernicano y gastará el 2,3% de su PIB en armas, Alemania promete levantar el ejército más poderoso de Europa y Finlandia abandona su neutralidad” eso además de los países que ya están de acuerdo en aumentar el gasto en militarismo.

Y como el dinero no se multiplica así por las buenas, casi siempre es por las malas, eso quiere decir, y los países lo reconocen, que será a cambio de recortar la parte social. Muy bien, mientras nos pertrechamos para evitar que un país enemigo ¿cuál? nos mate con las armas, dejaremos morir de hambre, de enfermedades, promoviendo suicidios entre quienes lo único que tienen que perder es la vida.

Piensan esos magnates en los padres y madres que no tienen donde vivir y cobijar a sus hijos, en quienes no les alcanza para comer, en los mayores en residencias y que por la insuficiencia de personal por esos recortes no pueden ser atendidos debidamente.

Y mientras, la industria del armamento verá crecer sus cuentas hasta la indecencia. Cuántos yates se comprarán sus magnates, en cuántos hoteles de lujo se hospedarán, cuántas carreras pagarán a sus hijos en los centros de élite para que puedan continuar actuando miserablemente como hacen sus padres.

Dice Oliver Laxe, director de la extraordinaria película Sirat, que se ha llegado a un nivel inaudito de decadencia moral. Que se expande la idea de hacer la paz con la guerra. Y eso se hace con nuestros impuestos. Somos muchos más los queremos que esos impuestos sean para mejorar la sociedad a través de la educación, la salud, cubriendo las necesidades básicas de todo ser humano. Cubiertas éstas cada uno es libre de mejorar mediante su trabajo y su esfuerzo.

Pero a esa gente qué le importa que miles de personas mueran para subsistir, que se vean obligados a éxodos y desplazamientos para salvar su vida. Esa gente, sigue con la idea de que cada uno puede conseguir lo que quiera si se lo propone. Podría ser así si hubieran dispuesto de las mismas oportunidades. Mandatarios de países, cuyos grifos son de oro, dejan que los ciudadanos de ese país tengan que escarbar en la basura para llevarse algo a la boca.

La emigración es algo complejo que no se ha sabido tratar desde buen principio con criterios adecuados, lo que ha producido situaciones como las que estamos viendo. Toda África no puede venir, pero hay formas de presionar a sus gobiernos para que ofrezcan posibilidades a su gente. Pero, claro, están por delante los sacrosantos intereses económicos, geoestratégicos, comerciales y la corrupción que enriquece también a partir de la miseria.

Volvamos al principio, dediquemos toda la cantidad de dinero que “dicen” es necesaria a rearmarnos para defendernos. Cuando de quien nos tenemos que defender es de quienes proponen esas medidas de las cuales sacarán un buen rédito.