No son juguetes, son seres vivos

No son juguetes, son seres vivos

Leo en El Periódico de 31 de agosto de 2024 que las protectoras están al límite, en el verano se han abandonado 33 mascotas cada hora.

Dato horripilante que, por desgracia, sucede cada año durante el verano, aunque también el resto del año. Y contrasta con el hecho de que a la vez hay cada vez más personas amantes de los animales y concienciadas con ellos.

¿Por qué se hace esa barbarie? La compra de un animal por parte de esas personas que luego se desharán de ellos es en muchos casos por inercia, un regalo para sus hijos, ignorancia de lo que supone su mantenimiento y cuidado, resolver una situación temporal de vigilancia o similar, etcétera. Y aquí está la responsabilidad de quien vende o cede un animal. Es preciso advertir al comprador que se está llevando un ser vivo cuyas necesidades tiene que cubrir y le comporta unas obligaciones y una responsabilidad. Desatenderlo, abandonarlo está catalogado como maltrato y penado por ley, pero claro es difícil descubrir a quien lo ha hecho. Cuando alguien compra un animal tendría que firmar un contrato donde figuren sus datos y sus obligaciones e incluso que haya un seguimiento. Un perro, un gato, un ave, no es un juguete, si es pequeño crecerá y no tendrá el mismo encanto que cuando era un cachorrito. Los refugios y entidades animalistas hacen firmar un contrato de adopción y suelen realizar ese seguimiento.

Hay otros casos más atroces, el sufrimiento de los galgos cuando ha concluido la temporada de caza. Si mientras los tienen para ese menester los tratan de la peor manera, el summun viene cuando los abandonan o los cuelgan de árboles. Es algo bien sabido. Hay innumerables crueldades que practican esas llamadas “personas” con sus animales o con los ajenos.

Nadie tiene obligación de que les gusten, pero nadie tiene el derecho de maltratarlos.

Los animales, las mascotas, dan más de lo que reciben, cariño, compañía, alegría. Y sus amos lo saben, pueden ser una forma educativa y de adquirir responsabilidad para los más pequeños de la casa. Cada vez son más los que se emplean con fines terapéuticos, compañía para enfermos, para ancianos en residencias y para jóvenes o mayores con distintas afecciones como autismo entre otras.

Pero todos sabemos que el ser humano es capaz de las acciones más loables y nobles como de las más crueles. Y éstas las suelen pagar los más débiles, mujeres sometidas a su dominio, niños a los que dominar, padres ancianos a los que descuidar después de aprovecharse de sus recursos. Y ya no digamos en las guerras y conflictos armados como estamos viendo y sabiendo a diario.

Pero por suerte somos muchos a quienes nos repugnan esas crueles barbaridades y ponemos nuestro grano de arena, para personas y para animales, esperando aligerar las situaciones dramáticas de gente y de animales de quienes recibimos eso que tanto necesitamos, afecto, compañía, satisfacción a cambio de muy poco. Hay que tener un animal para experimentar esa satisfacción, y quien no lo tiene que lo respete y lo entienda.